Verbos en infinitivo, verbos infinitos. Infinitos; nunca terminan, jamás se acaban. O al menos sus efectos dejan secuelas permanentes, para siempre.
El primero que llega a la mente es AMAR. ¿Qué es amar? Tal vez esa pregunta sea una respuesta: en la mayoría de los casos no hay una explicación certera en cuanto a la acción de amar. Si sabemos que es porque hay una fuerte afinidad, que también existe en la amistad.
Llegamos a una conclusión: amar es más fuerte que tener una amistad, debido a que esa afinidad aparece en forma mayúscula.
Hay varias formas de amar, no existe el amor sólo dentro de una pareja. Existe amor hacia los padres, de éstos a sus hijos, amor a los animales, a las plantas y hasta a los colores del equipo del cual somos “hinchas”. Ah, ¿vos decís que esto último no implica amor? Yo vi con mis propios ojos cómo personas son capaces, sin que ellas lo deseen, de soltarse en lágrimas: ya sea de bronca cuando hirieron el arco propio, o de felicidad cuando su equipo vulneró al contrario. No sólo hay amor; hay pasión desenfrenada.
Busquemos un verbo en la segunda terminación “er”: el primero que llega a la mente es TEMER. ¿Qué es temer? Esto es, seguramente, mas accesible de definir.
Temer es aquel estado de incertidumbre y suspenso que anuda nuestro estómago y nos hace abrir grandes los ojos, levantar las cejas y respirar de una forma mas desaforada que de costumbre.
El temer involucra al miedo, al pánico y también a la falta de seguridad o garantías.
Yo no temo. Tal vez tú temas. Sé que nosotros tememos. ¿Él temerá? Ustedes estoy seguro que tienen miedo y ellos…Ellos tienen más miedo que nadie.
Poder temer es caer en el delirio de perder sin saber qué es lo que puede suceder. Una red encierra a aquel ser, y al parecer, nada lo puede detener, porque no se anima a creer que poder saber es mucho mas importante que poder ver.
La tercera terminación indica el final de esta saga de infinitivos: “ir”. ¿Ir? ¿Adonde? Prefiero PARTIR. ¿Qué es partir? Partir es precisamente irse. Irse desde este lugar hacia aquel otro. Puedo partir porque este lugar no me gusta o no me hace bien. Puedo partir porque me obligan, o porque me conviene irme.
Partir es también romper, es cortar. Separar circunstancias para llegar a un fin, o a varios. Separar en partes, ese todo que como tal no parece funcionar. Despegar eso que estando pegado, carece de legitimidad.
Partir para dormir y por largo tiempo a los ojos no volverlos a abrir. Dirimir la cuestión de tu elixir, que poco a poco esta acabando con tu existir. Morir, después dormir; pero antes poderte decir: “me gustaría vivir en un paraíso sin fin”…